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mardi 16 décembre 2014
Rincón del léxico
dimanche 14 décembre 2014
La Isla: en búsqueda de identidad
En 2019, Lincoln 6 Echo y su amiga Jordan 2 Delta forman parte de las
centenas de residentes de un complejo gigantesco cerrado, confinado y
desinfectado, pero que se dice “idílico”. Según el Doctor Merrick y sus
agentes, una terrible contaminación devastó la Tierra unos años antes. Afortunadamente, varios sobrevivientes son encontrados regularmente para ser traídos hasta la residencia,
cuyo objetivo es preservar los residentes de la contaminación. La vida allí es
supervisada y vigilada. También, para iluminar la existencia sombría de este
universo estéril y totalitario, cada persona pone sus esperanzas en una "lotería", generadora de números
aleatorios que llama regularmente algunos nombres. Los ganadores reciben el privilegio
de salir del complejo para ser transferidos a "La Isla", que se supone
ser el último territorio que ha escapado de la contaminación. Lincoln cuestionó las restricciones de su
libertad. Befriended McCord, uno de los técnicos que trabajan en la sala de
máquinas complejas, descubrió un día en este sector un insecto que había venido del exterior. ¿Cómo fue capaz escapar de la contaminación? Movido por la curiosidad,
pronto descubre que la elección de la “lotería" no sería debido a la
casualidad ya que detrás de "La Isla" se esconde una terrible verdad.
Él y los cientos de "supervivientes" son clones de rica y famosa
gente y sirven de "pólizas de
seguro". En realidad, los ganadores de la “lotería” mueran para que les sean extraído los órganos.
Esta película de Michael Bay aborda la cuestión ética que se refiera a la
clonación terapéutica empujada hasta el extremo, la creación de un clon humano
entero como medicina para una persona. Claro que hay grandes ventajas en cuanto
a la clonación terapéutica pero antes de crear un ser vivo e idéntico a otro
ser humano, aquí están algunos argumentos que podrían frenar esta idea: el
primero sería la esclavitud del clon. En efecto, su vida entera sería dictada
por las necesidades de su “creador” y no por sus propios objetivos que podría
pensar en alcanzar durante su vida de ser humano, que es lo que es, un ser
vivo dotado de pensamiento y de
sentimientos como una persona real. Así, en vez de ser tratado como una
verdadera persona, sólo sería considerado el clon como un simple taller de piezas de recambio.
Además, ya que los gemelos tienen dificultades en “encontrar sus
identidades”, el clon, que sólo sería una pálida sombra de otro humano, lo
tendría aún más difícil, ya que no sería concebido por una voluntad de una
pareja que quiera tener más hijos. El clon no sería un ser deseado por el amor
de una familia. De igual manera, el clon podría ser aún más mal tratado si cayera entre
las manos de quien practica tráfico de órganos.
Luego, si este fenómeno se generaliza, la clonación habría predeterminadas características genéticas.
Pero estas características deberían ser el resultado
de la casualidad en la reproducción sexual.
Es lo que nos permite ser diferentes unos de otros. Por lo tanto, la
clonación humana sería ir en contra de los mecanismos de la evolución de la
vida. Sin embargo, antes de considerar todas estas cuestiones, hay de
plantearse: ¿estos clones formarían parte de una familia o sólo los
utilizaríamos para curarnos para después echarlos a la basura?
En conclusión, la película muestra lo que sería la vida de seres fabricados
pero dotados de pensamiento como nosotros. Más allá de esta ficción
cinematográfica, podemos comprobar que este modo de vida que algunos dicen
“futurista” se revela estar en contra de toda forma de ética que estaría a favor de
la defensa de la especie humana. De momento,
la ciencia sólo emplea las células o los órganos clonados, pero como el progreso se está
acelerando cada más, ya tenemos que plantearnos las buenas preguntas antes de
que sea demasiado tarde para volver atrás.
Fuentes:
Clonación y tranplantes de órganos, María Luciana Romero, España, 2007
mardi 9 décembre 2014
¿Intereses científicos antes de los de la salud?
La clonación presenta una gran cuestión ética para el ser clonado, tanto de
un punto de vista físico como mental. Sin embargo, es importante evitar los
riesgos que afectan a otra persona directamente concernida y que tendemos a
dejar de lado en este debate, a saber, la mujer que tendría ese niño. Este
artículo revela, por consiguiente, otro aspecto de la clonación y promueve la
salud de todas las personas involucradas en este experimento científico.
Para que la eficiencia de clonación sea óptima y para reducir la tasa de
fallo, se debe de someter la mujer a la estimulación ovárica. La estimulación
ovárica permite, actuando sobre el ovario, obtener en un solo ciclo de la
ovulación, la maduración de múltiples ovocitos.
Este proceso implica una prisa de hormonas en dosis significativas, cuyos
riesgos para la salud a largo plazo de la madre de alquiler y del bebé aún no
están bien conocidos. De este modo, se intenta producir cinco, diez o quince
óvulos maduros que, una vez en el estado de clones, estarán transferidos en
grupos de dos, cuatro o más en el útero para aumentar las posibilidades de
éxito. Ahora bien, graves riesgos son asociados con la estimulación ovárica,
como los embarazos múltiples, quistes ováricos, menopausias tempranas, o
incluso cánceres de ovario.
Por lo tanto, esta práctica se enmarca estrictamente en las leyes de
bioética en el contexto de la procreación médicamente asistida. Su utilización
con fin de crear embriones para la investigación o para la obtención de células
madre embrionarias, incluyendo la técnica de clonación, fue prohibida en la
versión revisada del proyecto de ley sobre la bioética que acaba de ser
aprobado por el Parlamento francés. Sin embargo, esta práctica está permitida
en algunos países como Gran Bretaña, China y Corea del Sur, y refleja la
ausencia de un consenso internacional sobre el estatuto del embrión y el
desarrollo del marco ético y legal de las técnicas de clonación.
Además, la vida del clon corre, desde su concepción, un riesgo ya que esta
técnica aumenta el número de niños prematuros cuya salud y desarrollo puede ser
peligrosamente comprometida. Aún más, estos peligros pueden ser transmitidos a
las siguientes generaciones.
En conclusión, nuestros pensamientos nos han llevado a creer que los
intereses de orden científico o comercial han superado ampliamente los
intereses de las mujeres individualmente y de los seres humanos colectivamente.
Desde cierto punto de vista, la ciencia puede alterar las reglas del juego de
la reproducción natural, llevar a la comercialización de material de
reproducción humana y generar excesos eugenésicos derivados de estas prácticas
y técnicas.
Fuentes:
Peligros de la estimulación ovárica, Facultés de Médecine de Toulouse, Francia, 2010
http://www.medecine.ups-tlse.fr/desc/fichiers/Complications%20de%20la%20stimulation%20ovarienne.pdf
Fuentes:
Peligros de la estimulación ovárica, Facultés de Médecine de Toulouse, Francia, 2010
http://www.medecine.ups-tlse.fr/desc/fichiers/Complications%20de%20la%20stimulation%20ovarienne.pdf
dimanche 16 novembre 2014
El moderno Prometeo
Frankenstein es un joven
idealista que dedica sus estudios a la filosofía natural. Al encontrar el
secreto de dar vida a la materia, crea un ser vivo. La creación monstruosa,
aunque de corazón tierno y suave en la naturaleza, inspira temor a los que se crucen
en su camino y debe esconderse de la sociedad. Cada vez más solo y aislado, el
monstruo se vuelve amargado y crual, venganzando de su creador. En un desenlace dramático en el que
Frankenstein persigue su creación hasta el Ártico con el fin de acabar con él,
Mary Shelly revela las terribles consecuencias de jugar a ser Dios.
En su novela gótica del siglo
XVIII, Mary Shelley reflexiona sobre los peligros que la ciencia plantea a la
humanidad si no se guía por el sentido común y la moral. Siempre volvemos a la
famosa máxima del escritor Francés Rabelais: "La ciencia sin conciencia no
es más que la ruina del alma". Es peligroso pensar como pudiéramos ser
igual a Dios, esto es lo que va a aprender el joven científico Frankenstein.
Esta historia aborda muchos temas, uno de ellos siendo la creación de la mano
de un solo hombre de un ser vivo. Es esta cuestión que afecta al actual debate
ético sobre la clonación y todos sus peligros, incluido el de la conciencia de
ser clonado. En el caso del monstruo de Frankenstein, la criatura ha sufrido
claramente durante toda su existencia del juicio de valor que la sociedad, es
decir las personas "normales" que no son concebidas por
experimentación científica, tenía contra él:
“¿No conseguirán mis súplicas que
os apiadéis de vuestra criatura, que suplica vuestra compasión y bondad?
Creedme Frankenstein: yo era bueno; mi espíritu estaba lleno de amor y
humanidad, pero estoy solo, horriblemente solo. Vos, mi creador, me odiáis. ¿Qué
puedo esperar de aquellos que no me deben nada? Me odian y me rechazan. Las
desiertas cimas y desolados glaciares son mi refugio. He vagado por ellos
muchos días. Las haladas cavernas, a las cuales únicamente yo no temo, son mi
morada, la única que el hombre no me niega. Bendigo estos desolados parajes,
pues son para conmigo más amables que los de tu especie. Si la humanidad
conociera mi existencia haría lo que tú, armarse contra mí. ¿Acaso no es lógico
que odie a quienes me aborrecen? No daré treguas a mis enemigos. Soy desgraciado,
y ellos compartirán mis sufrimientos. Pero está en tu mano recompensarme, y
librarles del mal, que sólo aguarda que tú lo desencadenes. Una venganza que
devorará en los remolinos de tu cólera no sólo a ti y a tu familia, sino a
millares de seres más. Deja que se conmueva tu compasión y no me desprecies.”
“Usted, que llama a Frankenstein
su amigo, parece tener conocimiento de mis crímenes y sus desventuras. Pero,
por muchos detalles que de ellos le diera, no pudo contarle las horas y los
meses de miseria que ha soportado, consumiéndome bajo pasiones impotentes.
Pues, aunque destruía sus esperanzas, no por ello satisfacía mis propios
deseos, que seguían ardientes e insatisfechos. Seguía necesitando amor y
compañía y continuaban rechazándome. ¿No era esto injusto? ¿Soy yo el único
criminal, cuando toda la raza humana ha pecado contra mí?”
Esta novela es pura ficción, pero
si pensamos en el aspecto filosófico y emocional de la creación de Victor
Frankenstein, podríamos relacionarlo con psíquico del potencial clon humano. El
progreso científico promete y ya ha cumplido un avance extraordinario, pero hay
que pensar más delante de la simple ciencia para saber si y cómo estos nuevos
seres fabricados por el hombre podrían integrarse en nuestra sociedad. Experimentar
las posibilidades que el cuerpo humano da es también tratar con los
pensamientos y el mental del ser creado.
Fuentes:
- Frankenstein o el moderno Prometeo (libro en español) de Mary Shelly, Ingleterra, 1818
- Cita de Rabelais en su obra Pantagruel, Francia, 1532
lundi 13 octobre 2014
Manipulaciones embrionarias, ¿éticamente incorrecto?
El 16 de agosto de 2000, poco
después del vigésimo segundo aniversario de Louise Brown, el primer bebé
probeta, el gobierno británico autorizó la creación, por clonación, de
embriones humanos con fines terapéuticos. Fue el primer gobierno en adoptar tal
posición. En la clonación humana, Inglaterra es una pionera como lo había sido
a principios de la década de 1980 en las Nuevas Tecnologías Reproductivas.
La aprobación por parte del gobierno británico de las posibles investigaciones que implican la creación de embriones humanos por clonación, sólo se pudo dar gracias a la regulación estricta de las actividades de los equipos especializados en biología de la reproducción y en asistencia médica a la reproducción existente en este país. En aplicación desde 1990, la Human Fertilization and Embryology Authority (HFEA) constituye, en la opinión de todos los expertos, un modelo perfecto de control y regulación del sector, que más que cualquier otro, plantea preguntas éticas muy delicadas. La HFEA, responsable de proporcionar autorizaciones regulatorias a equipos que lo soliciten, de verificar el cumplimiento de las diferentes normas en vigor y dotadas de poderes de sanción y de recursos financieros propios, funciona de manera autónoma y proporciona al gobierno británico la garantía de que las actividades desarrolladas en los centros autorizados se basan en las normas sanitarias y en los principios éticos vigentes.
La aprobación por parte del gobierno británico de las posibles investigaciones que implican la creación de embriones humanos por clonación, sólo se pudo dar gracias a la regulación estricta de las actividades de los equipos especializados en biología de la reproducción y en asistencia médica a la reproducción existente en este país. En aplicación desde 1990, la Human Fertilization and Embryology Authority (HFEA) constituye, en la opinión de todos los expertos, un modelo perfecto de control y regulación del sector, que más que cualquier otro, plantea preguntas éticas muy delicadas. La HFEA, responsable de proporcionar autorizaciones regulatorias a equipos que lo soliciten, de verificar el cumplimiento de las diferentes normas en vigor y dotadas de poderes de sanción y de recursos financieros propios, funciona de manera autónoma y proporciona al gobierno británico la garantía de que las actividades desarrolladas en los centros autorizados se basan en las normas sanitarias y en los principios éticos vigentes.
Hoy, el país está de vuelta con
un nuevo proyecto científico. Había en Inglaterra y en el resto del mundo
sobreproducción de embriones en el marco de la reproducción asistida. Cuando
Louise Brown tuvo 500.000 "hermanos bebés" probeta y un número significativo de
estos embriones se utilizó para la investigación en los últimos años aunque tales
manipulaciones no estaban permitidas. Cuando la creación de embriones estaba permitida, ya estábamos ante un hecho consumado: el embrión
ya era un cualquier objeto con el cual podían hacer todo lo que les gustaba.
En la época del informe Warnock,
este caso ya estaba al centro del debate ético. Muchos autores argumentaron
que antes de los 14 días, el embrión aún no es un ser humano en fase de
proyecto y por lo tanto, la manipulación de esa pequeña bola de células no tenía consecuencias. Este debate tiene sentido hoy en día. Investigadores
ingleses que manipularon, con fines de investigación, los embriones destinados
principalmente para la procreación, justificaron de hecho sus actos diciendo
que los embriones en cuestión tenían menos de 14 días cuando eran el objeto de
su delicada atención.
Sin embargo, en mi opinión, creo que es normal
comportarse con los embriones, en todas las etapas de sus vidas, como nos
comportamos con los hombres. Todos pasamos por el estadio de simple célula que
aún no se considera como una persona, así que hay que respetar al ser humano a
partir del primer boceto. Además, me temo que las mujeres sufran del desarrollo
de las investigaciones y de la clonación terapéutica a través de la
comercialización de sus cuerpos.
Fuentes:
Ética y tecnologías biomedicales (libro en francés) de Jocelyne Saint-Arnaud, Canadá, 1999
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